En 1973 Augusto Pinochet encabezó un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente. Aunque Allende llevó a Chile al caos, con inflaciones y devaluaciones de tres dígitos, y colas por horas para conseguir la mayoría de los productos básicos, como actualmente en Venezuela, esa anárquica situación no era suficiente para justificar el golpe y no calificar a Pinochet de dictador.
Todos los intelectuales y gobiernos de izquierda levantaron la voz y acusaron a Pinochet de violar los derechos humanos. Hasta su muerte le dieron el calificativo de dictador.
En 1959 llega Fidel Castro al poder en Cuba, por la vía de las armas y de protestas violentas. En uno de sus primeros discursos promete llamar a elecciones en un año, pero en lugar de hacerlo se declara marxista-leninista, decreta que el Partido Comunista es el único legal y fusila alrededor de seis mil simpatizantes del gobierno anterior. Expropia todos los negocios y tierras, y se transforma de hecho en el dueño de la isla. Termina con la libertad de expresión y prohíbe, como en aquel tiempo en la URSS y China, manifestaciones y salir de Cuba a los habitantes. A quien critica sus políticas lo encarcela, a muchos los mata.
Convierte a la isla en un centro de entrenamiento de guerrilleros violentos que exporta a varios países de Iberoamérica. 20 por ciento de la población huye de Cuba. Los que se quedan reducen su nivel de vida.
Alquila la isla a la URSS, que mantiene a flote al régimen castrista hasta que ‘truena’ la economía soviética. Después Chávez mantiene a Castro, hasta que se hunde la economía venezolana.
Durante más de medio siglo Castro viola los derechos humanos. No hay libertades ni elecciones, pero como Castro se dijo socialista, intelectuales y gobernantes de izquierda no se atrevieron a llamarle dictador.
Al morir, después de 57 años en el poder, aún enfermo, detrás de su hermano en sus últimos años, lo declaran prócer, liberador y héroe.
Hipocresía, incongruencia y falta de ética, de quienes justifican a un tirano, déspota, asesino y dictador, que llevó a la miseria a tres generaciones de cubanos, por el hecho de que todos sus crímenes los perpetró en nombre del socialismo y del marxismo leninismo.