Menos gasto, no más impuestos

El actual secretario de Hacienda, José Antonio Meade, recibió las finanzas públicas con desequilibrios crecientes, a punto de que las calificadoras le bajaran la nota a México. Esa baja empeoraría la situación al aumentar el riesgo país, que se traduce en un incremento del costo de la deuda, en menores flujos de inversión y en la necesidad de aumentar más las tasas de interés. Para evitar esa reducción de calificación es necesario reducir déficit y deuda pública, que se puede lograr por dos caminos: aumentar ingresos o reducir gasto.

Para compensar la reducción de ingresos por la baja del precio y de la producción del petróleo, el gobierno decidió aumentar impuestos: pasó el costo del ajuste a los contribuyentes y siguió incrementando el gasto.

Aunque los ingresos tributarios subieron a niveles récord de 2013 a 2016, de 9.7 por ciento a 14 por ciento del PIB, cinco veces más que la reducción de ingresos por baja del precio y de la producción de petróleo, no achicaron en ese lapso la deuda y el déficit. La causa es que el gasto público creció de 24.3 por ciento del PIB en 2012 a 27.5 por ciento en 2016 (ver gráficas en las páginas 19 y 138 del libro EPN: El retroceso).

El gobierno tuvo los recursos suficientes, provenientes del aumento de impuestos, para equilibrar las finanzas públicas, pero en cambio aumentó más el gasto y no aplicó los planes de austeridad que prometió (gráficas páginas 139 y 141). Por motivos políticos gastó más en elecciones, en cubrir las pérdidas de Pemex debidas a su pésima administración y corrupción, y en los hoyos fiscales abiertos por el saqueo de ‘gobers’ en varios estados.

El mayor esfuerzo del secretario de Hacienda debe encaminarse a reducir el gasto. Hay tela de dónde cortar, como lo demostramos en el libro citado. Ya no deben seguir exprimiendo a empresarios, profesionales, trabajadores y consumidores con más impuestos, ya sean municipales, estatales o federales. Los ciudadanos no son los principales responsables de la mala administración, dispendios y corrupción con que se manejaron las finanzas públicas en los últimos cuatro años.