En una mañanera el presidente López Obrador se refirió a pláticas que tuvimos hace muchos años, cuando vivía en Tabasco.
En una de esas pláticas le dije: Te felicito por ser el único que tiene el valor para decirle al gobernador públicamente que es un ratero, pero no estoy de acuerdo con algunas de tus ideas para solucionar los problemas de México. Le regalé uno de mis libros, que creo no leyó. Traté de convencerlo que las políticas de izquierda, que han fracasado en todo el mundo, no son la solución a los problemas de México, pero no logré sacarle de la cabeza esas ideas que le inculcaron en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
¿Se puede ser amigo en lo personal y enemigo político? ¿Se es amigo solo de quienes comulgan con las mismas ideas? Para el curso de Teoría Económica en la Facultad de Derecho de la UNAM, pacté con un profesor marxista-leninista de la Facultad de Economía, Lenin Rojas, que asistiera a una de mis clases para exponer sus teorías, y yo iría a las suyas y explicar las mías. Terminamos siendo amigos. El Presidente sabe que, en mis artículos y libros, enjuicio sus políticas y sin embargo, me muestra afecto cuando nos encontramos, aunque en público critique mis dichos y yo los suyos.
Ya le agarraron la medida sus colaboradores de izquierda, que quieren regresar a los monopolios estatales, concentrar el poder y desplazar a las empresas privadas, a las que culpan de sus crecientes pérdidas. Le vendieron la idea que las causas del agravamiento de las finanzas de Pemex y CFE es la competencia de las empresas privadas. También lo convencieron de que para reducir los precios y la escasez de las medicinas hay que formar un monopolio estatal que las distribuya.
El mayor daño a la credibilidad y equilibrio a su gobierno se lo causan sus colaboradores de izquierda y no quienes considera “conservadores” o “neoliberales”.
Parafraseando al “Che”, quien dijo en la ONU en 1964: “Sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando”, te digo, Andrés Manuel, como es el deber de un verdadero amigo ante tus errores: Sí, te he criticado, te critico y te seguiré criticando, con la esperanza que corrijas tus errores, abandones el estatismo, que ya fracasó con el PRI el siglo pasado y pases a la historia como un buen presidente, no como uno de los peores.