Las cooperativas en sí mismas no son buenas ni malas, son una forma de asociación que se instrumenta en países capitalistas y socialistas. En EUA hay cooperativas de transporte, consumo, producción, ventas y financieras. Por ejemplo, un grupo de pequeños productores de maíz en lugar de rentar camiones para transportarlo, los compran. Forman una cooperativa de la que todos son dueños y entre ellos mismos se rentan los camiones. Cobran a los socios más barato y venden a precio de mercado a terceros. Si hay ganancias, las reparten.
Lo malo son las imitaciones extra-lógicas que crea un gobierno para ganar votos o por motivos ideológicos. Esas cooperativas no pueden vivir sin subsidios.
En México las cooperativas pesqueras nacieron por decreto, como una alternativa igualitaria recomendada por ideólogos de izquierda, porque teóricamente los trabajadores son a la vez los dueños. Cuando se crean artificialmente por motivos ideológicos y políticos, la mayoría fracasa y son abandonadas cuando no hay más subsidios.
Se creó un monopolio en la pesca del camarón y otras especies marinas, se les dieron créditos baratos a los supuestos cooperativistas, muchos de los cuales no trabajaban y contrataban a trabajadores que no eran miembros de la cooperativa para qué pescaban. El gobierno les regaló flotas de barcos. Muchos terminaron abandonados en muelles y vendidos como chatarra. Gran parte de las lanchas y motores que regalaba el gobierno a los cooperativistas los revendían.
El experimento de las cooperativas pesqueras fue un fracaso. No sacó de pobres a la mayoría de los verdaderos pescadores que vieron en ellas una salida de la pobreza. Quienes sí se enriquecieron fueron los funcionarios, intermediarios y líderes cooperativistas que manipulaban los créditos, muchos de los cuales nunca se pagaron ni llegaron a los verdaderos pescadores. Gran parte de los subsidios se repartían con criterios políticos y para facilitar un beneficio a unos cuantos que vivían de manipular esas ayudas.
Las cooperativas pesqueras creadas por decreto y con subsidios gubernamentales ya fracasaron, pero no faltará izquierdistas que las quieran revivir, argumentando que en el “socialismo del siglo XXI” no habrá corrupción.