Donald Trump no ha sido buen empresario, pues redujo el capital que heredó; sin embargo, ha resultado uno de los mejores difusores de su imagen en la campaña para Presidente. Trump era conocido solo como un rico más en la ciudad de Nueva York y por algunos programas de televisión. Su principal objetivo, como lo sabe cualquiera que aspira a un puesto público de elección popular, es darse a conocer.
Usted puede ser honesto, preparado y saber qué hacer para sacar a un país de la miseria y corrupción, pero si no es conocido, difícilmente ganará una elección. Por ello, algunos candidatos dicen: “que hablen de mí, aunque sea mal, lo importante es que la gente me conozca”.
El primer paso para seleccionar a un candidato en un partido es el porcentaje de electores que lo conocen, después ven sus cualidades, personalidad y otras atribuciones que les exige cada grupo político.
Trump adoptó la estrategia de expresar afirmaciones que causan controversia para darse a conocer: “Voy a construir un muro entre México y Estados Unidos y que los mexicanos lo paguen”, es una estupidez, y lo sabe Trump, pero le ha dado muchos votos, y no de los que quieren se construya el muro, sino de quienes lo criticaron, se manifestaron en su contra y le dieron mucha exposición en los medios masivos de comunicación.
Cuando Donald Trump dijo que va a terminar con el Tratado de Libre Comercio, es para engañar a obreros y sindicatos del partido demócrata, que consideran que el Tratado de Libre Comercio les quitó empleos. Trump olvida que el TLCAN le dio poder adquisitivo a los mexicanos, que es el país del mundo que gasta el mayor porcentaje de los dólares que recibe por exportaciones a EUA en importaciones de EUA. Pero a Trump no le importa decir mentiras, solo darse a conocer, que hablen de él y ganar las elecciones, eso es el populismo electoral.
Si no queremos ayudar a los populistas electorales, que los hay en casi todos los partidos y paises, no los critiquemos a ellos sino a las políticas que proponen, pues aunque no lo busquemos, cada vez que los insultamos o nos manifestamos contra ellos, aumenta su popularidad y muy probablemente sus votos, y los acercamos al triunfo electoral.