Hay quienes discutimos sobre ideas y teorías para reducir la pobreza. Unos consideran que quitándole a los que tienen mediante impuestos y dándoselos a los que no tienen se reduce la pobreza. Otros decimos que creando las condiciones para la producción de más riqueza y garantizando al que la produjo los frutos de esa riqueza, se reduce más la pobreza.
Muchos de los teóricos de la lucha contra la pobreza no conocen la pobreza real, ni realizan ninguna acción concreta para ayudar a un solo pobre de carne y hueso. Pero hay quienes desde el anonimato, durante toda una vida, ayudan a los pobres, como la Madre Teresa, que despojada de ese anonimato se volvió un símbolo de la ayuda física y espiritual a los más pobres entre los pobres.
Sin posiciones de derecha o izquierda, sin inculcar el odio contra los que tienen, ayudó a los pobres, no solo con sus manos, bañando leprosos o enfermos terminales de SIDA, sino formando a monjas para que hicieran lo mismo. Atrás de esas monjas estuvieron las ayudas de muchos donadores ricos, que admiraban su labor y que anónima y voluntariamente la proveían de recursos para que ella pudiera multiplicar su auxilio a los pobres. La Madre Teresa les decía a sus benefactores “ustedes denme y yo me doy”.
Durante siglos muchas madres teresas, monjas en el anonimato sin poder sobre nadie, y sin quitarle nada a nadie por la fuerza, han hecho más por los pobres que quienes se llenan la boca y a veces los bolsillos, lanzando consignas contra los ricos y diciéndose representantes de la clase pobre. Esos, al llegar al poder solo causan más pobreza y odio de clases.
La vía de la Madre Teresa, a quien tuve el privilegio de conocer, y cuya encorvada figura y firmeza en su hablar nunca se me olvidará, es la asistencia a los más pobres y enfermos, basada en la ayuda voluntaria de los que tienen, sin imponerles la obligación de dar para practicar la caridad, concepto superior a la justicia, que es dar a cada quien lo que es suyo. La caridad es dar a los pobres lo que no es suyo, lo que solo se puede hacer voluntariamente, no por ley ni a través de impuestos, ni del Estado.