El aumento de tasas por Banxico no fue debido solo a Trump, a la baja del precio del petróleo o al incremento de tasas por la Reserva Federal en los Estados Unidos. Su principal causa es la creciente debilidad del entorno económico interno de México, derivado de un mayor déficit, más deuda pública con relación al crecimiento y a correcciones a medias de esos desequilibrios, que crean expectativas negativas sobre el futuro de la economía mexicana.
En Estados Unidos el aumento de tasas es una respuesta a una mejora esperada de la economía, en México a una expectativa de un mayor debilitamiento de su economía.
Ante una perspectiva de una economía desequilibrada, con un Pemex sin recursos, estados saqueados, que necesitan subsidios, una creciente deuda e insuficientes reducciones del gasto, que generan una paulatina salida de capitales, Banxico se vio en la necesidad de incrementar las tasas para amainar la salida de capitales y reducir el deslizamiento del peso ante el dólar, factor de presión inflacionaria que retroalimenta las expectativas negativas.
En el hipotético caso de que el gobierno hubiera ajustado su gasto a la disminución de sus ingresos petroleros y utilizado el incremento de ingresos derivado del aumento de impuestos para reducir déficit y deuda, no serían necesarios los aumentos de tasas a los niveles actuales.
Si bien las mayores tasas ayudan a reducir la salida de capitales, incrementan el costo de las hipotecas, de los créditos personales y de las tarjetas de crédito. Aumentan la deuda gubernamental contratada a tasas variables y de los CETES, que son deuda pública. Desestimulan el crecimiento al encarecer las deudas y los créditos a empresarios.
Banxico se vio forzado a incrementar las tasas no solo por factores externos sino por las insuficientes correcciones de los desequilibrios de las finanzas públicas por el gobierno federal.