Paradójicamente, el triunfo de la posición que quería el presidente electo que ganara en la consulta, al que más perjudica es a él mismo. Durante su campaña se reunió con industriales, inversionistas, comerciantes, y con casi todos los dirigentes de sectores productivos. Les dijo que gobernaría con respeto a la propiedad, que no habría expropiaciones. Esa posición calmó a los mercados y la atención se centró en las condiciones en que recibirá la economía.
A quienes nombró como titulares de Hacienda y Economía fueron bien vistos por los sectores productivos y la incertidumbre se redujo. Quienes queremos que le vaya bien a AMLO por el bien de México, vimos con esperanza el acercamiento con los sectores productivos, pero vemos como un gran retroceso armar una consulta al vapor para decidir si continua la construcción del aeropuerto en Texcoco o se cancela y cambia a Santa Lucía.
Yo, al igual que el 99% de los que votaron en la famosa consulta, no tengo una idea clara de cuál de las alternativas es la mejor para enfrentar la saturación del aeropuerto actual. Tampoco tengo confianza en la decisión del actual gobierno de construirlo en Texcoco, pues muchas de sus decisiones en materia de inversión pública, como en PEMEX, están presuntamente salpicadas de sobreprecios, favoritismo a ciertos contratistas y corrupción.
Por lo que es necesario que la nueva administración revise costos y beneficios. Pero la forma no es que mediante una consulta inconstitucional y nada representativa, entre quienes no saben sobre el asunto, se decida dónde seguir esa inversión.
El “sospechosismo” supone que los contratistas que hicieron grandes obras, como el segundo piso, cuando gobernó AMLO la Ciudad de México, fueron los que le metieron la idea de cancelar el actual proyecto, donde no tenían contratos y abrir la posibilidad de tenerlos con la construcción en Santa Lucía.
Esa especulación se cuela como posibilidad ante el grave error de una consulta “popular”, sin metodología adecuada ni bases legales, que en nada ayuda a AMLO y que le dificultará ganarse de nuevo la confianza de inversionistas, clave para logra más crecimiento y empleo en su gobierno.
AMLO perdió ganando con la consulta. Ojalá ese referéndum, que legalmente no es vinculante, solo sirva de base para iniciar otro entre expertos en aeropuertos y financieros, y con base en sus recomendaciones decidir dónde, y con qué recursos, construir el necesarísimo nuevo aeropuerto.