El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a quien le tengo aprecio personal, es calificado como un populista que ganó la presidencia en elecciones democráticas.
La Real Academia Española define el populismo como las políticas que pretenden prestar atención especial a los problemas de las clases populares.
El diccionario online wordreference.com dice que el populismo es sinónimo de demagogia, que significa “uso político de halagos, ideologías radicales o falsas promesas para conseguir el favor del pueblo. Apelar a emociones, miedos y esperanzas para ganar apoyo popular”.
“Hitler es el precursor del populismo en Europa”, señaló el historiador italiano Vincenzo Pinto, y aunque no ganó las elecciones de 1932, llegó al poder democráticamente ante la división de quienes ganaron, con el 37% de los votos.
Hugo Chávez se reeligió, fungió como presidente de Venezuela por 14 años, hasta su muerte en 2013. Fue un populista popular, llegó al poder con el 56.2% de los votos en las elecciones de 1988.
Perón, populista, triunfo en las elecciones para elegir presidente de Argentina en 1946 con el 53,8% de los votos. Porcentaje prácticamente igual al que recibió el actual presidente de México, López Obrador,53.1%. Perón se reeligió en 1951 con el 63.5% de la votación. Gobernó con intervalos 10 años la Argentina, hasta su muerte en 1974. Aunque Hitler, Chávez y Perón, populistas, llegaron por la vía del voto al poder, convirtieron sus gobiernos en dictaduras y mantuvieron el poder hasta sus muertes.
En México el presidente Andrés Manuel López Obrador, como los populistas, Hitler, Perón y Chávez llegó al poder por mayoría de votos, pero existe la tentación de su relección, y de eternizarse en el poder como otros gobernantes populistas.
Las políticas populistas destruyeron las economías en Alemania, Argentina y Venezuela, y redujeron el nivel de vida de la mayoría de sus habitantes. El “pueblo” creyó en las promesas de los populistas, quienes cambiaron constituciones y usaron su poder y recursos públicos para eternizarse en el poder, del que solo la muerte los separó. Dejaron a sus pueblos en la miseria, los que tardíamente se dieron cuenta de quiénes fueron los culpables de la pobreza en que los dejaron.