Hay dos vertientes que juzgan radicalmente al presidente López Obrador, una aplaude todo lo que hace o dice, la otra siempre lo descalifica. Los dos extremos insultan, unos al presidente y otros a quienes critican al Presidente.
Un amigo priista me preguntó, “¿por qué no insultas a AMLO?”. Tampoco insulte a tu presidente Peña Nieto, ni a ninguno de los anteriores -le conteste-. Digo lo que hace o dice sin insultos, que no ayudan a resolver los problemas de México, solo incentivan el odio entre nosotros.
Uno de los errores de López Obrador es permitir u ordenar, que un ejército de sicarios de la pluma, que reciben dinero vía un programa social, se dediquen a insultar a todo aquel que, desde Twitter, una red social o un medio de comunicación, critica al presidente. Es difícil pedir a los críticos de AMLO que no lo insulten, cuando los primeros en hacerlo son voces o plumas financiadas por el gobierno.
Otro error del presidente es dedicar la mitad da cada día hábil a preparar y hablar en las mañaneras. Tomar el papel de portavoz de todo lo que hacen en su gobierno. En lugar de gobernar y supervisar a sus colaboradores se decida a informar o defender acciones de su gobierno, y descalificar a quienes no están de acuerdo con ellas.
Es positivo que el presidente convoque a ruedas de prensa cuando hay algo muy importante que comunicar, pero innecesario hacerlas todos los días por horas, igual que Chávez lo hacía en Venezuela.
Andrés Manuel como adversario del gobierno fue muy activo. Tuvo el valor en su tierra de ser el único que le decía públicamente al gobernador de Tabasco, en tiempos del autoritarismo priista, que era un “ratero”, un corrupto. Eso le ganó la simpatía de muchos, entre ellos la mía.
Ahora que es presidente parece candidato de oposición o portavoz del gobierno. Anuncia acciones que deberían comunicar Secretarios de Estado o el portavoz de la presidencia, no el Presidente.
Cada día menos mexicanos escucha lo que dice en las mañaneras, pues el 90% de lo que comenta no es relevante para la vida nacional. Ojalá comprenda que dos veces a la semana de “mañaneras” es más que suficiente para tener contacto con el pueblo y los medios de comunicación.