Aumento a gasolina o menos gasto del gobierno

Los aumentos de impuestos a partir de 2014 y el incremento del precio de la gasolina, que implica miles de millones de pesos más de recaudación -en especial vía el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS)- son, según portavoces del gobierno, necesarios para evitar un mal mayor, que repercutiría en problemas más graves para el país que el aumento de impuestos y de los precios de la gasolina.

Las calificadoras internacionales Standard & Poor´s, Fitch Ratings y Moody´s advirtieron de que bajarían la nota al gobierno de México si no frena el crecimiento de su deuda y del déficit en relación con el Producto Interno Bruto. Y sin el aumento del precio de la gasolina, el déficit y la deuda seguirían creciendo en 2017, por lo que sería inevitable la baja de la calificación a México, lo que traería como consecuencia nuevos aumentos en las tasas de interés, una mayor salida de capitales, devaluación y un menor crecimiento.

Ese planeamiento es una verdad a medias, por lo tanto falso, pues parte de una premisa sofística. Son ciertas las consecuencias señaladas si bajan la calificación al gobierno, pero es mentira que el único camino para evitarla sea el aumento de impuestos y de precios de las gasolinas, electricidad y servicios públicos. El camino correcto, que se ha negado a seguir el actual gobierno, es reducir el gasto a niveles que frenen deuda y déficit.

En el libro EPN: El retroceso demuestro con cifras y ejemplos concretos que hay ‘tela de donde cortar’ en el gasto público, para reducirlo a porcentajes que frenen deuda y déficit, sin dejar desamparados a los pobres, al campo, la educación o reducir más la ya baja calidad de los servicios que presta el Estado.

Por motivos electorales -elecciones en el Estado de México y en Coahuila este año- y para tapar los hoyos dejados por el impune saqueo de los estados y de Pemex, el gobierno se niega a bajar lo suficiente el gasto. Planea cubrir su gasto excesivo con más impuestos y aumentos del precio de la gasolina para teóricamente frenar déficit y deuda. Esa política le generará más recaudación a corto plazo, pero también inflación, baja en la inversión privada -que es la productiva-, desempleo y un mayor empobrecimiento de la clase media y humilde.