Las calificadoras Standard & Poor’s y Moody´s redujeron las expectativas crediticias a México de estables a negativas. La causa, un deterioro del marco macroeconómico debido a un aumento de deuda y déficit en relación con su crecimiento.
De no variar esa tendencia en unos meses, se traducirá en una baja de calificación a México, que implica un aumento del riesgo país y de las tasas internas de interés para retener al capital financiero invertido en México.
Hay dos caminos para frenar la deuda y el déficit. Uno, trasladar el costo de reducir esos desequilibrios a los ciudadanos vía aumento de impuestos, precios de gasolinas y electricidad; el otro, bajar el gasto público.
Hasta ahora el camino escogido por el actual gobierno es el de pasarle la factura a empresas y ciudadanos productivos y simular o anunciar recortes al gasto inexistentes o insuficientes para frenar los desequilibrios en sus finanzas.
Las conclusiones del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), en un estudio sobre los desequilibrios fiscales del gobierno, son parecidas al de las calificadoras, del FMI y de Banxico.
Resaltan la urgencia de frenar el aumento del déficit y la deuda pública en México. Si no habrá menor crecimiento, tasas más altas, salida de capitales, mayor inflación y devaluación del peso.
El aumento de precios de energéticos no es el mejor camino para frenar los desequilibrios, dice Luis Foncerrada, director del CEESP; sí reducir el gasto en un equivalente a 1.5 por ciento del PIB, que por lo menos mantendría constante la deuda y lograría el mínimo de superávit primario requerido para no deteriorar más el marco macroeconómico.
El aumento de precios de la gasolina y electricidad es para lograr un superávit primario, pero no es lo correcto ni suficiente. Si el gobierno no reduce el gasto por lo menos al equivalente de 1.0 por ciento del PIB en 2017, además del aumento de precios a energéticos, tendremos un deterioro creciente y riesgoso de las variables macro el año entrante.