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Cómo evitar el colapso económico

Me tomo la licencia de no decirte “Sr. Presidente”, pues nos conocemos desde niños. No te digo amigo debido a que la mayoría de los que crees o se dicen tus amigos, no los son.

Los millones que votaron por ti son tus electores, no tus amigos, te vieron como la mejor opción entre los otros candidatos.

Quienes te ayudan a instrumentar tus políticas mediante un sueldo son tus colaboradores, no tus amigos.

Quienes hacen todo lo que les pides sin atreverse a decirte que estás equivocado, son tus incondicionales, no tus amigos.

Quienes ayudaron financieramente a tu campaña para que llegaras a la presidencia son tus contribuyentes o donadores, no tus amigos.

Todo aquel que te ayuda, apoya o aconseja no es necesariamente tu amigo y muchas veces la cobranza de la ayuda o de los consejos que te dan, en nombre de la amistad o similitud ideológica, te generan más problemas que soluciones.

Una semana antes de morir Salvador Allende le dijo a uno de sus verdaderos amigos, Enrique Iglesias, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, que fue quien me lo contó: “Los radicales de mi partido son los que más daño le han hecho a mi gobierno”.

A Peña Nieto, los gobernadores, que en gran parte financiaron su candidatura con dinero “mal habido”, y el encargado de recaudar fondos para su campaña, después director de PEMEX, consideraron, que al llegar a la presidencia su candidato tenían el derecho a saquear los Estados o la empresa cuya dirección le dio en recompensa. Esos “amigos” fueron los principales factores que llevaron a la quiebra a su gobierno.

Ojalá no cometas el mismo error que Peña Nieto, dar impunidad y licencia para robar a los “amigos” que apoyaron tu campaña.

¿Acaso crees que es tu amigo un líder que tiene una acusación de desvíos millonarios de fondos en el sindicato que heredó, y no podía entrar a México porque lo metían a la cárcel, y tú le diste una senaduría, que le da fuero para que no lo encarcelen, a cambio del apoyo a tu campaña y la promesa de conseguirte miles de votos?

¿Crees que es tu verdadero amigo el constructor que te convenció de abandonar Texcoco, cuyas empresas perdieron dos licitaciones, junto con otros socios, para diseñar ese aeropuerto? Una en 2014 para el diseño de la terminal y otra en 2015 para el diseño de las pistas, rodajes y plataformas. Su participación en esas licitaciones implica tácitamente que consideraba en ese entonces al aeropuerto de Texcoco como la mejor elección. Pero una vez que perdió las licitaciones lo consideró inviable.

Te convenció que Santa Lucía era mejor opción, donde conjeturó que le darías la dirección de ese proyecto. Dicho proyecto, de consolidarse su construcción y el abandono de Texcoco, le costarán al país miles de millones de pesos y privar a México de un aeropuerto eficiente, con la capacidad requerida y necesaria para enfrentar la demanda de pasajeros en las próximas décadas.

Si tu “amigo” hubiera ganado una de esas licitaciones, probablemente no te hubiera hablado mal de Texcoco, estaría feliz como diseñador de ese aeropuerto. Y lo estarían construyendo empresarios privados, como era tu idea original. El gobierno no habría gastado ni un peso, y en dos años lo estarías inaugurando.

¿Acaso consideras que son tus amigos los líderes de la CNTE, responsables del atraso educativo de cientos de miles de niños, que los condenan a la pobreza como adultos, y solo buscan dinero mediante el control de plazas y nóminas?

No te confundas, a ellos no les debes nada, ellos te deben a ti, uno su libertad y el fuero de senador, y permitirle realizar su sueño de controlar a cientos de sindicatos con el apoyo de tu partido y convertirse en un nuevo Fidel Velázquez, líder el siglo pasado de la mayor central obrera. Ese líder le aseguró millones de votos al PRI de los trabajadores que controlaban sus sindicatos, mediante el chantaje de darles o quitarles un empleo.

Los de la CNTE obtuvieron cerca de 40 curules a la sombra de tu partido. Ellos no te dieron más votos, tu nombre y el de tu partido le permitieron a la mayoría de sus candidatos llegar al Congreso. Sin tu nombre y el sello de MORENA en la boleta, los de la CNTE no hubieran logrado ni 10 curules.

Los líderes de la CNTE están en deuda contigo, no tú con ellos, fueron teóricamente tus aliados o “amigos” en la campaña, pero como presidente es uno de los grupos que te causarán más problemas, aunque les regreses el poder de manipular plazas y nóminas que representan miles de millones de pesos.

No llegaste a la presidencia porque dijiste que eras de izquierda o socialista, sino debido a que prometiste luchar contra la corrupción rampante y descarada de los priistas, terminar con la impunidad y encarcelar a los corruptos.

Te ayudó el PRD, que te dio los votos de muchos perredistas que repudiaron su asociación con el PAN, considerado por ellos de derecha.

Miles de panistas no votaron por el PAN por su coalición con el PRD, considerado por ellos de izquierda, prefirieron darle su voto a José Antonio Meade, un no priista con fama de preparado y honesto, que a un PAN aliado con la vieja izquierda.

La mayoría de quienes votaron por ti no quieren regresar al PRI de los 70 y 80, ni vivir en un país de izquierda como Venezuela o Cuba, sino un gobierno honesto, transparente y que encarcele, no perdone, como lo hacían los presidentes priistas que entraban cada sexenio con los gobernantes corruptos del PRI que salían.

Mi objetivo al recomendarte soluciones es ayudarte a sacar al “buey de la barranca” y que no se hunda más.

Por el bien de quienes aquí vivimos, no queremos otro retroceso igual o peor al de los años 70 y principios de los 80, con las políticas “neoizquierdistas” de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo.

No me considero parte de la polarización que has generado, por un lado, quienes solo te insultan, ridiculizan y rechazan todos tus planes; por otro, tus seguidores fanáticos de izquierda, que aplauden y apoyan sin razonar cuanto haces o dices y te empujan a una confrontación con todo lo que huela a “neoliberalismo” y participación de los particulares en la economía.

Hay que reconocer lo que haces bien, señalarte tus errores y las salidas correctas.

En las recomendaciones no solo critico lo que has hecho o dicho, propongo soluciones, que más allá de considerarlas de derecha o de izquierda, “conservadoras” o neoliberales, han dado resultados positivos en diversas partes del mundo para reducir la pobreza y generar más empleos.

De ellas hay que partir, no de posiciones ideológicas o consejos de “amigos” con intereses no confesables, para resolver los problemas económicos a los que te enfrentas y enfrentarás, y sin cuya solución difícilmente entregarás una economía mejor al desastre económico que heredaste.

Espero que pases a la historia como un buen presidente, para lo que tienes que desechar las improvisaciones y caprichos, e implementar medidas fundamentadas en cifras, experiencias y leyes económicas.

Tus múltiples declaraciones mañaneras no deben basarse solo en pláticas previas con asesores y “amigos”, que te calientan la cabeza mostrándote cifras manipuladas o culpando a otros de sus errores, y te llevan a notificar proyectos o cambios sin el sustento debido, que crean incertidumbre y merman la confianza de los inversionistas.

Tienes que lograr que los creadores de empleos le apuesten a tu gobierno y te ayuden a mejorar la delicada situación por la que atraviesa la economía del país.

La mejor forma de reducir la pobreza es crear las condiciones para generar más empleos productivos y riqueza, no llenar de impuestos, cargas y reglamentaciones a quienes son la principal fuente de la recaudación de impuestos, para que la burocracia reparta una parte entre quienes no producen, estrategia que generó una gran corrupción el sexenio pasado mediante el mal llamado “gasto social”.

Sin el apoyo del pueblo, rectamente entendido: campesinos, trabajadores, empresarios, profesionales, inversionistas y amas de casa, entre otros sectores, se deteriorará gradualmente la economía y tu popularidad, la que también tuvieron presidentes panistas al inicio de sus gobiernos.

Al finalizar el primer semestre de su gobierno, según encuestas de Consulta Mitofsky, Fox tuvo el 63% de aprobación, Calderón, el 65%, Peña Nieto, 57%, y tú, el 62%.

En encuestas realizadas casa por casa a 1000 o dos mil personas, todavía cuentas con la mayoría de aprobación, pero en las elaboradas en redes sociales, en varias de las cuales participan más de 100 mil personas, casi todos de clase media, la mayoría ya no apoyan el rumbo de tu gobierno

No hay políticas económicas de izquierda y de derecha, sino las que funcionan para reducir el número de pobres y elevar salarios, y las que solo sirven para acumular votos, poder o dar de comer un día a los pobres, sin sacarlos de la pobreza.

Te recuerdo parte del contenido de la carta de renuncia de tu exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, considerado por muchos inversionistas como uno de los pocos que te aconsejaba políticas sensatas y que buscó mantener dentro de los límites el gasto y el déficit público, indispensable para evitar más bajas de calificaciones y situaciones parecidas a las sufridas a principios de los 80:

 “En esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo sea éste de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco. Aunado a ello, me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública”. Termina la cita de Carlos Urzúa.

No hagas caso de quienes te presentan “cuentas alegres” bajo cuya visión puedes prometer lo que quieras, sin tomar en cuenta los recursos disponibles. Urzúa se convirtió en un “aguafiestas” al oponerse a propuestas que, de consumarse, desequilibrarán las finanzas públicas y harán más difícil mantener el frágil equilibrio macroeconómico.

Tú decides las políticas que aplicas, pero no sus resultados. Si pones en práctica las mismas políticas del PRI de los años 70 o parecidas a las instrumentadas por Chávez y Castro o en muchos países socialistas, democráticos o autoritarios, obtendrás los mismos resultados negativos que ellos tuvieron.

Ojalá las recomendaciones o breves recordatorios, en los que sintetizo los principales problemas que enfrentas o enfrentarás, y en los que te recomiendo el camino para resolverlos, te ayuden a superarlos.