En el siglo pasado, en especial durante la revolución mexicana, hubo ejércitos caudillistas: el ejército de Villa, el de Zapata, entre otros. Su jefe era su caudillo.
Francisco I. Madero convirtió al ejército en una institución para preservar la democracia y el cumplimiento de la Constitución, por ello se le llamó ejército constitucionalista.
En México el Ejército, desde mediados del siglo pasado, se consolidó como una institución que sirve a gobiernos democráticos, más allá de caudillos y dictadores.
Por un tiempo fue confinado a sus cuarteles y a labores de ayuda social, y apoyo en desastres naturales. El aumento de la delincuencia, del crimen organizado y el contubernio de las policías estatales con los criminales, hicieron indispensable la participación del Ejército y la Marina en la lucha contra el crimen. No fue la ocurrencia de un presidente la que sacó al ejército a las calles, sino el deber de las fuerzas armadas de cumplir con su objetivo de preservar la seguridad nacional, que no solo comprende la seguridad exterior sino la interior, la que está en peligro por el empoderamiento del crimen organizado en varias zonas de la República Mexicana.
En una encuesta del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, a finales del 2018, el 80% apoyó la presencia del Ejército y la Marina en las calles. Igual resultado arrojó otra encuesta de Pew Research Center. En cuanto al grado de confiabilidad, en una encuesta de Parametría, la confianza en la policía estatal fue del 18%, en los jueces del 19%, en la Policía Federal del 29% y en el Ejército del 60%, la más alta en las instituciones públicas. En la encuesta de Mitofsky, realizada a finales de octubre del 2019, el 77% tiene un alto grado de confianza en el Ejército y el 82% considera correcto que combata a la delincuencia.
Tenemos unas fuerzas armadas, Ejército y Marina, que se encuentran preocupadas, como la mayoría de los mexicanos, de varias decisiones del actual gobierno en materia de seguridad, lo cual no quiere decir que busquen un golpe de Estado o se vuelvan caudillistas. Deben mantenerse como una institución que ayude a guardar el orden constitucional, como quedó plasmado desde la Constitución de 1917.
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Profesor de Economía Política