Ni aplausos ni chiflidos al Sexto y último Informe del presidente Enrique Peña Nieto, el cual pasó desapercibido para la mayoría de los mexicanos, quienes de antemano ya lo juzgaron al infringirle una vergonzosa derrota a su partido en las elecciones pasadas y tener una percepción negativa de su desempeño, a pesar de ser el presidente en la historia reciente de México que más dinero gastó en su imagen.
EPN abrió Pemex a la inversión privada, positivo, aunque la mala administración y corrupción en los tres primeros años de su gobierno en esa empresa la llevó a la quiebra. La deja como la más endeudada del mundo en relación con su capacidad de pago y sin recursos para cubrir sus pasivos laborales.
Hereda una reforma educativa que restó poder a los sindicatos de maestros, quienes tenían secuestrada la educación básica. Esa reforma, positiva, ayuda a una mejor educación de los niños, pero probablemente la revoque el próximo presidente y regrese el poder a los sindicatos corruptos.
EPN tuvo la oportunidad, con los recursos provenientes del aumento de impuestos, de equilibrar las finanzas públicas, pero no contuvo el gasto. Termina su gobierno con una deuda y desequilibrios fiscales mayores a los que recibió.
Permitió el saqueo de gobernadores priistas que ayudaron con mucho dinero a su campaña, y en pago a ese apoyo actuaron como si tuvieran la anuencia presidencial para robar impunemente en sus estados. También se presume recibió recursos para su campaña de contratistas de Pemex, vía un cercano colaborador, después director de Pemex que, como los gobers, se sintió con derecho de saquear impunemente la empresa petrolera, por haber acercado recursos a la campaña de ahora presidente.
En el libro EPN: EL RETROCESO demuestro con “cifras medibles”, como pidió el presidente en su Informe, que hereda un país con más inflación, más deuda, más pobres, menores salarios reales, menos empleos mejor pagados y una mayor devaluación del peso, que en los gobiernos anteriores.
Sus fallas, gastos superfluos y la corrupción en su gobierno deben quedar claros, si queremos que el próximo presidente enmiende de entrada sus errores, pues si se maquillan y quedan en el olvido, es posible que no los corrijan hasta que tengan el agua al cuello. Entonces gritarán que son consecuencia del gobierno anterior, pero ya será más difícil y costoso enderezar los desequilibrios heredados.