En el caso de los billetes de papel, los imprimieron en grandes cantidades, sin ningún respaldo.
Inflaron la demanda con dinero para financiar déficit presupuestales y enfrentar gastos excesivos, con la excusa de incentivar empleo y crecimiento. Los caminos para gastar más causaron alzas de precios que empobrecieron a las mayorías y redujeron a largo plazo el crecimiento económico.
A pesar de ser claros los efectos sociales negativos de la inflación, emisión de medios de pago que generan un aumento generalizado de precios, Keynes la justificó como remedio para estimular la actividad económica. Recomendó en 1933 al presidente de EUA, Roosevelt, la impresión de dinero y el endeudamiento para salir de la recesión (ver págs. 158 a 160 del libro Políticas Económicas).
A partir de la justificación de los déficits presupuestales basados en las teorías keynesianas, los gobiernos no solo emiten billetes, sino deudas electrónicas digitales, sin más apoyo que la emisión de más deuda, germen de las burbujas financieras que explotan periódicamente, como sucedió en el 2008.
La creación de deudas gubernamentales, justificadas por las teorías keynesianas y economistas tecnócratas, con maestrías y doctorados, especialistas en colocar y renegociar deudas basura “junk bonds” de los gobiernos, sin más garantía que futuros aumentos de impuestos, son la principal causa de los bajos crecimientos en EUA, en la mayoría de los países europeos, Brasil y México, por poner algunos ejemplos.
No bastan bancos centrales independientes que limiten la emisión de dinero, sino también las emisiones de deudas gubernamentales para cumplir promesas populistas, que generan fugaces auges a costa de engendrar desempleo, inflación y bajos crecimientos: estanflación. Esos males generalmente se atribuyen a otras causas, no a la emisión de deuda por gobernantes irresponsables que no les importa el negro futuro de los patrimonios de la mayoría de ciudadanos, mientras ellos puedan gastar más en sus periodos de gobierno.