En los años 50 Detroit, en el estado de Michigan, era la ciudad más importante del mundo en cuanto a la producción de autos. Su población rebasaba los dos millones de habitantes. Actualmente no llega a los 700 mil. Tiene de los más altos índices de desempleo y de criminalidad. En 2013 el gobierno de la ciudad se declaró en quiebra. La principal causa fue la emigración de las grandes fábricas de autos a otros estados y países, principalmente a México.
Durante su campaña en el estado de Michigan, Donald Trump prometió regresar las plantas de autos y autopartes ubicadas en México a Michigan y culpó al Tratado de Libre Comercio del desempleo en ese estado. Una de las principales causas del abandono de las fábricas de autos (Ford y GM) de Detroit fueron los sindicatos, la United Auto Workers, que impusieron salarios por arriba del mercado, aumentaron los costos y redujeron la venta de los autos norteamericanos en favor de marcas asiáticas y europeas.
La crisis del sector automotor norteamericano se inicia antes del TLCAN, pero Trump buscó un ‘chivo expiatorio’ para el desempleo en el estado de Michigan, y el ideal fue México, para no culpar al sindicato responsable de esa quiebra, lo que le hubiera reducido votos.
Cuentos parecidos utiliza el gobierno de México al atribuir a la baja internacional de los precios del petróleo la quiebra de Pemex y no al exceso de personal, pensiones prematuras y privilegiadas, baja productividad, compras a sobreprecios y un corrupto sindicato. Esas son las principales causas por las que tenemos que importar más de 60 por ciento de los refinados de Estados Unidos.
Es los mismos Estados Unidos están las causas del desempleo en ese país, como el de México está en México. Pero no faltará algún candidato en la campaña presidencial de 2018 que culpe del desempleo en las zonas petroleras a los Estados Unidos, de donde importamos la mayoría de las gasolinas, del gas y del diésel que consumimos en México.