La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la crearon los gobiernos de los países más desarrollados, a principios de los años 60, con el objetivo de coordinar políticas económicas para fomentar el crecimiento económico, el empleo y el comercio. Pero al analizar las recomendaciones, preocupaciones y declaraciones, de sus directivos, concluimos que han perdido la brújula y no cumplen con los objetivos para la que fue creada.
El Secretario general de dicha organización, José Ángel Gurría, ex Secretario de Hacienda de México, declaró que “el mundo está atascado en una trampa de bajo crecimiento” y señaló como responsables “la inversión débil de las empresas”, pero omitió decir que esa “inversión débil” se debe a que la mayoría de sus ganancias, que es de donde sale la inversión, se destinan a pagar impuestos, que en poco o nada contribuyen al crecimiento, al utilizarse en gastos improductivos y para cubrir intereses de deudas excesivas e irresponsables de los gobiernos.
La OCDE, más que una institución que promueve el crecimiento parece un club de secretarios y ex secretarios de hacienda, que buscan más ingresos para los gobiernos “gastalones”, y no verdaderas vías para un mayor crecimiento, que implican menores gastos gubernamentales. La OCDE considera que la evasión fiscal es el principal problema en Iberoamérica y promueven formas para evitarla. Pasan por alto que el mayor problema de la región es el mal uso, desviación y robo de impuestos por los gobernantes, y sobre ese problema, que es la esencia de una corrupción que impide un mayor crecimiento, no proponen ninguna política.
El actual bajo crecimiento mundial es consecuencia de gastos deficitarios y deudas impagables en la mayoría de los países europeos: Grecia, España, Francia, Italia, y en los Iberoamericanos: Argentina, Brasil, México y Venezuela, entre otros, donde el robo de impuestos, y no su evasión, es la principal causa de su bajo crecimiento.
De esos problemas casi no habla la OCDE, ni propone soluciones. Ojalá lo empiece a hacer, para que cumpla con los objetivos para lo que se creó esa organización: promover el crecimiento de los países no el de los gobiernos.