Aunque hay políticas en la Unión Europea (UE) que van contra un mercado libre y eficiente: subsidios de países con orden presupuestal a los que tienen desorden fiscal, sobre reglamentación, burocracia y políticas migratorias cuestionables, la ‘desunión’ del Reino ‘Unido’ con la Unión Europea es un retroceso económico para la mayoría de los ingleses.
Un funcionario de la City, que siguió el proceso de cerca, comentó en una entrevista que “la mayoría de los británicos no tenían idea de lo que estaban votando. Ahora todos los que tienen una casa, una pensión o que pensaban ir de vacaciones al extranjero son mucho más pobres”.
Muchos ingleses buscaron en Google qué era la UE después de votar. En un día la moneda inglesa perdió 8.0 por ciento de su valor.
John Clarke, académico y asesor financiero señaló “el país ha perdido más dinero en unas horas desde que anunció su salida de la UE que lo que se ahorraría al ya no pagar cuotas a la UE”. La calificadora Standard and Poor´s advirtió de que la salida de la UE podría costarle al Reino Unido la pérdida de la nota AAA, lo que le reducirá los atractivos de Londres como centro financiero a nivel global. Economistas de Goldman Sachs vaticinan una recesión en el Reino Unido.
La salida de la Unión Europea fortaleció a las corrientes separatistas no sólo en Europa sino en el mismo Reino Unido. En Escocia e Irlanda del Norte los separatistas quieren un referéndum. Ante el evidente daño de la separación de la UE, ingleses reunieron en unos días cerca de cuatro millones de firmas para un segundo referéndum que reconsidere la salida de la UE.
No prevalecieron razones entre quienes votaron por la separación sino los slogans patrioteros de políticos demagogos y populistas, que identificaron la salida de la Unión Europea con un camino para recuperar ‘libertad’, ‘soberanía’ e ‘independencia’.
Desde el juicio de Cristo, donde ‘el pueblo’ fue consultado, se prefirió que crucificaran a Jesús que a un ladrón. Los referéndums no son sinónimo de justicia ni de democracia, y muchos resultan en injusticias y retrocesos económicos para la mayoría.
El populismo y la demagogia son los peores enemigos de la democracia, no sólo en los países subdesarrollados de Iberoamérica, también en Europa, donde populistas engañan a electores con promesas parecidas a las de Chávez y Maduro en Venezuela, que destruyeron la economía de ese país.