Aunque varios gobiernos estatales priístas, como el de Veracruz, acudieron al reparto ilícito de millones de pesos en efectivo para comprar votos, acusaciones sin fundamento, telefonazos con grabaciones que amenazaban a los ciudadanos para que no salieran a votar, perdieron en los estados más grandes, ante la sorpresa de analistas que daban al PRI como ganador.
A pesar que el PRI manipuló partidos pequeños, a quienes les pidió nominar a ex panistas para dividir el voto, que es una de sus estrategias, el PAN ganó en siete estados y en algunos con carro completo: gubernatura, Congreso y principales municipios. PAN aumentará en 20 millones los ciudadanos que gobernará a nivel estatal.
Las causas principales de esas derrotas fueron el descarado saqueo de las arcas estatales, impunidad a los responsables y la incapacidad para combatir la inseguridad o complicidad con el crimen organizado de algunos de los gobernadores priístas. El aumento de impuestos, de gastos inútiles, deuda, déficit y devaluación del peso, responsabilidad del gobierno federal priísta, también influyó para que muchos ciudadanos de clase media, empobrecidos por esas políticas, votaran por el PAN.
Varios gobernadores salientes del PRI entregarán quebrados sus estados. En algunos, como Veracruz, no solo gastaron con pocos beneficios a la ciudadanía los ingresos presentes, sino vía deuda y bursatilizaciones dispusieron de ingresos futuros. Dos candidatos triunfadores, los de Chihuahua y Veracruz, reiteraron que meterán a la cárcel a los gobernadores priístas que desviaron miles de millones de pesos.
Ojalá estas elecciones incentiven a más mexicanos no solo a ir a votar sino a emitir un voto razonado y útil, que no le haga el juego a la división de la oposición para pulverizar el voto. La única forma de mejorar la imperfecta democracia en que vivimos y reducir la impunidad, es participar con más inteligencia y menos indiferencia, denunciar, protestar pacíficamente, sin dañar a terceros y no dejar que otros decidan por nosotros.