En su primera conferencia de prensa como Presidente electo de EUA, Donald Trump dijo que China, Japón y México se aprovechan de EUA al introducir mercancías y crear desempleo. Prometió que esa situación terminará con su gobierno y castigará con impuestos a toda empresa americana que se vaya a producir a México u otros países.
En México hasta finales de los años 80 predominó la vieja visión de la izquierda de que se debe impedir a las empresas del “imperialismo yanqui” invertir en México, pues lo “descapitalizan” y se aprovechan de los bajos salarios de los mexicanos.
Ambas posiciones son falsas, tanto la inversión americana es positiva para México como la importación de mercancías baratas de México a Estados Unidos, fabricadas en gran parte por compañías norteamericanas. Ambos países ganan y crean empleos, como lo ha demostrado por dos décadas el Tratado de Libre Comercio entre México y EUA. Ninguno de los dos países se aprovecha del otro. Afirmar lo contrario implica una visión muy corta e incompleta de la realidad.
Hay reciprocidad en los beneficios para ambos países. Y México es el país del mundo que mantiene una mayor reciprocidad con EUA en sus relaciones comerciales. En 2015, de cada dólar que recibió China por exportaciones a EUA, importó 37 centavos de los EUA, Alemania 53, Canadá, miembro del TLCAN, 74 y México 79 (datos de la Organización Mundial del Comercio). Además, en la frontera por cada dólar que gastan los americanos al cruzar a México, los mexicanos gastan dos al cruzar a EUA.
Trump ignora o pasa por alto estos datos duros. Y de levantar barreras al comercio exterior, ignorando la globalización, como lo hicieron gobernantes de México hasta los años 80, llevará a su país al aislacionismo y al viejo mercantilismo, que ya probó que a mediano plazo reduce el empleo, la competitividad y los niveles de vida. Estados Unidos es el país más poderoso porque ha sido el más abierto y dejará de serlo si Donald Trump lo cierra a todo el mundo con políticas proteccionistas y mercantilistas.