Suiza tiene uno de los mayores niveles de vida del mundo. Una de las causas es el respeto a la propiedad privada y a las libertades económicas; pero no se libra de políticos que en la búsqueda del poder les quieren venden espejitos a los ciudadanos ignorantes a través de políticas populistas que dicen combatir la pobreza y la desigualdad.
En mayo de 2016 los sindicatos, apoyados por partidos de izquierda, con la finalidad de ganar votos, propusieron un referéndum para implementar un alto salario mínimo, con la teórica finalidad de reducir la desigualdad y aumentar los niveles salariales. Cualquier estudiante de economía sensato, que no busque sólo justificar propuestas demagógicas de políticos que ansían el poder, sabe que los salarios mínimos son un espejismo que genera informalidad, desempleo y no aumenta salarios reales.
Los suizos no se tragaron el cuento de los salarios mínimos, y con una participación récord de 56 por ciento de los ciudadanos suizos, el 76 por ciento de los participantes rechazó la instauración de un salario mínimo legal en Suiza.
También pusieron a votación una propuesta, apoyada por los verdes y la izquierda, para implantar un ingreso o renta mínima a todos los habitantes de Suiza, trabajaran o no, para reducir la desigualdad. El 77 por ciento la rechazó por utópica y antieconómica. El director del Centro Internacional de Estudios Monetarios y Bancarios de Ginebra comentó: “Es un sueño viejo, un poco marxista. Son muchos buenos sentimientos, irrefutables, pero sin ninguna reflexión económica… si la relación entre la remuneración y el trabajo se acaba la gente hará menos”.
En los países subdesarrollados la llamada nueva izquierda propone esas políticas, financiadas con altos impuestos a los ricos, como recomienda el ya considerado nuevo Marx, Tomas Piketty, para darles viabilidad. En el libro Desigualdad y distribución de la riqueza demuestro con cifras y evidencias empíricas en todo el mundo que trasladar rentas vía gobierno a los pobres, incrementando impuestos a empresarios y empresas, no reduce la pobreza, la aumenta.