La historia nos enseña que el progreso de los pueblos va de la mano de una integración económica y política pacífica con otros pueblos. Aislacionismo y fronteras generan, casi siempre, atraso, bajos niveles de vida y guerras.
Una de las causas de la enorme diferencia del desarrollo entre los Estados Unidos y los países Iberoamericanos es que en el norte se unieron las trece colonias existentes y formaron una nación, donde desaparecieron las fronteras, surgió el libre comercio y un solo gobierno federal para todas esas colonias, por eso le llamaron Estados Unidos.
En el sur no se logró la unión. Caudillos, con sueños de emperadores, como Agustín de Iturbide en México y Pedro I y II en Brasil, les ganaron a los sueños de Simón Bolívar, muy citados en los discursos de políticos, que solo los mencionan sin luchar para que se conviertan en realidad. Enfrentamientos, reyezuelos, dictadores y caudillos corruptos, son el producto de 20 países “independientes” y “soberanos” que no evolucionaron hacia una unión.
La repartición de África en muchos estados, atendiendo a intereses colonialistas o tribales, donde déspotas y dictadores se convirtieron en gobernantes de países “independientes” para saquearlos, es una de las causas del atraso en ese continente.
Después de dos cruentas guerras, consideradas como mundiales, entre los países europeos, que destruyeron sus economías y dejaron un saldo aproximado de 100 millones de muertos, estadistas europeos, los que ven a largo plazo, los politiquillos solo a corto plazo, vislumbraron que la unión de los países europeos evitaría una tercera guerra mundial. De ahí nace todo un proceso de integración que se tradujo en la Unión Europea.
La desunión del Reino Unido de la Unión Europea, por intereses de políticos y partidos, que engatusaron a millones de ingleses ignorantes a través de una campaña patriotera, es un claro retroceso, en el que perderán independencia económica y libertad, contrariamente a lo prometido por los promotores de esa separación.