Hay analistas que responsabilizan al esfuerzo del actual gobierno de eliminar el déficit presupuestal y reducir la inflación, del bajo crecimiento económico. Esas voces afirman que el gobierno debería relajar la lucha contra la inflación y permitir un mayor déficit presupuestal para incentivar la economía y alcanzar mayores crecimientos.
La experiencia de las últimas décadas, más allá de discusiones ideológicas, nos enseña que no existe ninguna relación directa entre un mayor gasto público y un mayor crecimiento económico sostenido o entre incrementar el déficit presupuestal y una reactivación duradera de la economía.
Tampoco hay sustento empírico para sostener que buscar un equilibrio presupuestal implique menores crecimientos. La estabilidad no es un obstáculo a mayores crecimientos, pero buscar
crecimientos sin conservar la estabilidad, empeora la distribución del ingreso y acumula presiones que culminan en fuertes desequilibrios económicos.
Una estabilidad sin crecimiento de poco ayuda a la mayoría de la sociedad, pero un crecimiento sin estabilidad es fugaz, inequitativo y contraproducente a mediano y largo plazo.
El crecimiento económico debe ser el objetivo fundamental de un gobierno y la estabilidad un medio para lograrlo en forma sana y permanente.
Crecimiento y estabilidad no son excluyentes, sino complementarios. Culpar a la estabilidad macroeconómica de un bajo crecimiento es ignorar que un mayor crecimiento duradero no se logra sin estabilidad económica.