Insultar al presidente, y que él descalifique a quienes lo cuestionan, sin analizar las críticas, no aporta nada para solucionar los males generados por la pandemia del coronavirus, la corrupción heredada y el aumento de expectativas negativas entre los inversionistas, que puede agravarse y aumentar la salida de capitales.
Una de las causas del crecimiento de los desequilibrios económicos con AMLO, deuda, inflación y déficit, entre otros, es que la mayoría de quienes lo rodean son de extrema izquierda, donde su ideología está por encima de la realidad, y llevan a la economía a un callejón sin salida. Otra causa es que no tiene colaboradores con la sensatez de explicarle que algunas de sus decisiones están equivocadas. No le dan ni la hora correcta, pues cuando se las pregunta, la respuesta es “las que usted diga señor”.
Los serviles y radicales alrededor del presidente empeoran la economía del país, y agrava esa situación la reactivación de un virus que le contagiaron durante su paso por la Facultad de Ciencias políticas de la UNAM: “El marxismovirus”.
Conozco al presidente desde niños, cuando vivió en Veracruz. En Tabasco era de los pocos que levantaba la voz en público para decirle al gobernador que era un corrupto, por lo que estuvo a punto de ser encarcelado. Esa actitud le ganó mi simpatía y la de un hermano que vivía en Tabasco, quien se convirtió en ese entonces en uno de sus mejores amigos.
En esa época platique con él, donde salieron a relucir sus ideas marxistas. Escuchaba mis argumentos en contra de ellas, y en ese tiempo no era un radical de izquierda. Cuando fue Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal no realizó acciones radicales, pues tenía colaboradores que le hacían ver cuando se equivocaba y muchas veces les hizo caso, pero ahora parece que no tiene ningún colaborador que le frene sus decisiones erróneas. La mayoría le presentan proyectos, como la Reforma eléctrica, que nos acercan más al capitalismo de Estado, el que no solo fracasó en muchos lugares del mundo sino en el México de Echeverría y de López Portillo el siglo pasado.
El marxismovirus es tan destructivo como el coronavirus. Destruyó el aeropuerto de Texcoco, la cervecería de Mexicali y las Zonas Económicas Especiales en el sur del país, y si continúa puede destruir toda la economía, como en Venezuela.