Escuelas privadas para ricos y clase media, públicas para pobres. Trabajadores y funcionarios medios a hospitales públicos y altos ejecutivos de empresas privadas y del gobierno a hospitales privados. Aunque inexactas, esas divisiones las perciben la mayoría de los mexicanos; pero hay caminos para que los pobres decidan a qué escuela inscribir a sus hijos, pública o privada, y trabajadores dónde llevar a un familiar enfermo: a un hospital del gobierno o a uno particular.
Santiago Levi, director general del IMSS del 2000 al 2005, presentó un plan para que los afiliados a esa institución pudieran solicitar servicios médicos a hospitales privados sin un mayor costo para el IMSS, que pagaría lo mismo si sus afiliados se internan en el hospital ABC o Medica Sur, que en un hospital del IMSS. Ese mecanismo implica una subrogación de los servicios médicos a los particulares, que haría más eficiente a los hospitales públicos, que no alcanzan a dar un buen servicio, entre otras causas, por el sobrecupo que tienen. Esa solución, lógica y que a casi todos beneficia, fue obstaculizada por los líderes del sindicato del Seguro Social, quienes amenazaron con huelga si le quitaban a su sindicato el monopolio de los trabajadores que laboran en los hospitales donde acuden los afiliados al Seguro social.
En materia educativa se ha propuesto en diversas ocasiones el sistema del “voucher” o bono educativo. En lugar de entregar el presupuesto educativo a escuelas y universidades estatales, se entrega un vale a los padres de los niños a nivel primaria, secundaria o a los jóvenes a nivel universitario, por un monto igual a lo que le cuesta al Estado su estancia en una escuela pública. Los padres deciden dónde inscribir a sus pequeños hijos o los jóvenes dónde inscribirse. El vale lo cobra la escuela elegida, ¿estaría de acuerdo el sindicato de maestros?
Sí hay caminos para diluir las diferencias entre educación y salud pública y privada, y darle la oportunidad a millones de mexicanos que decidan dónde educarse o curarse; pero hay grupos que por controlar y beneficiarse con el monopolio de la educación y salubridad pública, se oponen a esas soluciones que abren la opción de una igualdad de oportunidades en la salud y la educación. Escuelas y hospitales estatales y particulares deben complementarse no contraponerse. Todos cuestan y todos dan un servicio al público.