Hace 81 años se expropió el petróleo a empresas extranjeras, 70% inglesas y 30% norteamericanas. Pasó a ser propiedad del gobierno mexicano, no del pueblo. En aquel entonces la industria petrolera norteamericana atravesaba por un mal momento debido a la “Gran Recesión”, por la caída de la demanda de petróleo, sobraba, lo que obligó al gobierno de ese país una subsidiaria a la industria petrolera para evitar su quiebra.
La expropiación de las petroleras en territorio mexicano, principalmente inglesas, benefició a las estadounidenses. A las inglesas les pagamos la mitad por cada peso de activos y a las norteamericanas el doble, y en menos tiempo; con la expropiación del petróleo en México y la baja de producción al sacar a los ingleses, ganaron las petroleras de Estados Unidos.
El primero en reconocer el desastre administrativo y la pérdida de competitividad del monopolio estatal de petróleo, en sus memorias publicadas al principio de los años 70, fue Lázaro Cárdenas: “¡Veinte mil millones de pesos mexicanos se han dilapidado de la industria petrolera! ¡Cuánto más podría haber hecho con semejante suma en beneficio del país …! Estigma para los mexicanos que han defraudado a la nación, como lo hicieron las compañías extranjeras robando nuestro petróleo ”.
Pemex ha sido la “caja chica” de los presidentes priistas. Desvíos de recursos, corrupción de su sindicato y contratos sobreprecios, beneficiario a contratistas privados y funcionarios públicos, no al pueblo mexicano, que casi siempre reciben gasolinas más caras y de peor calidad que los consumidores de EUA. Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo en relación con sus activos funcionales, menores que sus pasivos, los que ya no pueden enfrentar. En el presupuesto del 2019, los recursos para cubrir las pensiones privilegiadas de Pemex representan el doble de los destinatarios de la Secretaría de Marina.