El pensamiento de Juan Pablo II sobre un entorno socio-económico compatible con el cristianismo está plasmado en su Encíclica Centesimus Annus, publicada para conmemorar el centenario de la Encíclica Rerum Novarum.
En la encíclica, Juan Pablo II señala las características, que independientemente del nombre que le den, debe tener todo sistema que se deba considerar como una opción para los cristianos.
Dice Juan Pablo II:
“¿Se puede decir quizá que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil?
“La respuesta obviamente es compleja. Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de “economía de empresa”, “economía de mercado”, o simplemente de “economía libre”. Pero si por “capitalismo” se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considera como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la espuesta es absolutamente negativa.”